Regalos
Lo
único que queda de Seri es esa pequeña rana cantante que prende
para invocarla. La que le recordaba a su lugar preferido. Antes,
pensar en ella dolía vivamente. Ahora es incluso tranquilizador,
porque en un mundo donde tantas personas lo han odiado, la memoria de
una que lo apreciaba tanto no pasa desapercibida en absoluto. Sabe a
dónde han enviado a Seri, pero también que gracias a Emma Ai, a la
que llegó a aborrecer con sinceridad y buenos motivos, ha escapado
de allí, subida quizás a un scooter invisible, carcajeándose como
una niña mala sin que lo sea verdad. Así que donde sea que esté,
tras honrarla con incienso y dulces, le pide que ayude a despertar a
Hotaru, que pronto le aprieta la mano de nuevo, ya que Seri no es
celosa.
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