Imperium
El
Maestro de Armas no está presente pero los que agreden a Galahad son
sus otros estudiantes de esgrima. Él es bueno con los puños y ágil,
pero ellos son mayores y más de una docena de manos lo golpean,
hasta dejarlo en el suelo.
—¡Eres
el hijo de una bruja!
—Engañó
a Sir Lancelot, el prostituto de la Reina.
—Eres
un bastardo, por eso jamás ha venido y no conoces su rostro.
Los
muchachos solo repiten en voz alta y ponzoñosa lo que Galahad ha
oído de boca de los siervos perniciosos. Tiran de su cabello y le
empiezan a romper la ropa, para su horror. Como tiene la cara
apretada contra el suelo, no sabe bien qué pasa primero. Solo
escucha gritos y luego, una explosión, olor a carne quemada. Los
brazos que lo mantenían atrapado se desprenden de sus dueños y la
hierba se salpica con sangre. Está de rodillas al empezar a erguirse
con la vista borrosa, más curioso que aterrorizado.
—Soy
Mordred, el próximo Rey de estas Tierras. Y tú eres Galahad, el que
será el Portador del Grial. ¿Estoy en lo correcto?
Tiene
una corona hecha de muérdago, es incluso más bajo que Galahad
aunque hable como un adulto y su piel cobriza parece brillar cuando
le tiende una mano para que se ponga de pie completamente. Pero solo
tiene razón en una cosa. No es que importe, porque Galahad acaba de
descubrir que puede admirar a alguien aparte de su madre, incluso si
esta admiración está teñida, quizás motivada, no por un secreto
desdén, sino temor.
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