Las frutas del miedo
Vajra hablaba de ambos, no de sí mismo. Siempre extendiendo su mano y sonriendo.
(tramaba algo, sin duda alguna)
Durante algún tiempo fue el único que calmaba sus temblores. Asura se hundía en él y dejaba de llorar, de retorcerse, de cubrirse con los vendajes, de hablar consigo mismo, frenéticamente.
(tenía demasiado poder)
Antes de devorarlo, Asura le explicó, sin levantar los ojos, que era lo mejor.
("No me abandones" se había transformado en "No me traiciones", pero cada partícula existente en ese Universo estaba fabricada para tener dos caras y no se podía confiar en ninguna)
Si se transformaban en uno, entonces Asura le tendría menos miedo. Al menos podría seguir viviendo a su lado, con la falta de confidencia que profesaba hacia sí mismo y que se salvaría con poder.
(eso fue antes de que la locura lo posesionara, gritando "Destrucción" por todos lados)
De todos modos, Vajra no hacía otra cosa que llorar desde que habían devorado esa primer alma. "Estoy manchado", decía y su aire se volvía ausente cuando Asura solicitaba que se fusionaran, cada vez más reticente a que dejaran de estar permanentemente alertas, en caso de que un enemigo desconocido surgiera. Los períodos de ayuno solo debilitaron su carne ya exigua y tornaron su alma dorada en un amarillo enfermizo.
(en realidad no estaba pensando claramente, en realidad se dijo esas cosas cuando ya volaba por encima de ciudades lejanas a Lord Muerte, con Vajra dentro de él, consumiéndose en su piel)
No peleó contra Asura. No recobró su forma humana para obligarlo a darle una muerte más digna de pesadillas. Era el afilado diamante de oro entre sus dientes.
(Asura estaba ciego de terror entonces. Primero, Vajra delante de él, luego...luego...oh, casi lo soñó antes pero no creyó que de veras...)
Al principio trató de hablarle a la llama que vivía dentro suyo y que conservaba el aroma, la textura interna de Vajra. Como cuando eran compañeros. Pudo haber obtenido respuestas.
(Quizás no el aliento de antes, pero algo que no lo aterrorizara)
A lo mejor las frenó porque tenía miedo del odio de Vajra. Pero no: la parte de Asura que no se ocupaba solo de sí mismo, esa pequeña parte sabía que el silencio de Vajra era su pena.
(Destrucción, destrucción. Asura tenía miedo de todos y de todo. Todo aquello que no fuera él mismo debía morir)
Al menos Vajra fue sincero y lo aceptó de buena fé en su amargura. Consumirlo era una forma de mantenerlo a salvo.
(La luna sangró riendo cuando él lloró aquello bajo su luz)
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