03.Lessons.Tabla 9.10_prompts
La
elección correcta
-¿Para
qué nos ha llamado a la Enfermería en vez de a su oficina?-pregunta
Jacqueline de inmediato cuando entran y les es señalada
metódicamente (bueno, a Kim al menos y ella la sigue, porque son un
dueto inseparable por más de un motivo) una de las camillas. La
Maestra Azusa se acomoda las lentes, que brillan con misterio, sin
decir una palabra. Jacqueline no se deja impresionar tan fácil y
Kim, hasta donde sabe, tampoco pero debe admitir que tiene fama y
catadura acorde a la misma. Una Guadaña de la Muerte hecha y
derecha. "¿Y qué? Yo también cortaré el aliento cuando
llegue mi turno. Kim sabe que es redituable", se repitió la
primera vez que vio a esa mujer severa caminando por los pasillos,
recta y decidida, como si aquel fuese su reinado desde antes de que
Jacqueline naciera.
-Como
ambas saben, preparamos nuestra ofensiva contra Aracnofobia, ¿verdad?
Jacqueline
y Kim intercambian miradas entendidas, asintiendo al instante, como
atentas alumnas que eran, no sobresalientes como Ox y Harvar pero sí
más funcionales que digamos Black Star y Tsubaki o las tontas
gemelas del maníaco. El talento no lo es todo. También se necesita
organización para triunfar, además de voluntad. Ejemplos de las
palabras de Kim, que Jacqueline tiene grabadas con fuego en el alma.
Cada palabra, cada gesto.
-Ustedes
estarán con el grupo que se infiltrará en el castillo. Necesito
sincronizarme con un Usuario por lo menos. Me será imposible que sea
el joven Ford, puesto que es un hombre y no nos conocemos desde hace
tiempo, como es el caso del profesor Barett. ¿Contaré con la
colaboración de ambas?
Es
un reflejo para ellas entrelazar las manos ante semejante decisión.
-Bien.
Señorita Diehl, por favor, quédese quieta.-susurra la profesora con
tono de preboste, inclinándose sobre Kim y uniendo los labios con
los suyos suavemente. La electricidad eriza cada cabello de
Jacqueline.
-¡¿Qué
demonios...?!-exclama más sorprendida que horrizada, mientras que
Azusa penetra los labios de Kim, que tiene los ojos abiertos y luce
muy incómoda, pero más que nada resignada. No puede, sin embargo,
soltarle las manos para jalarle los cabellos a esa señora tan
desvergonzada. Un calor que solo puede ser sobrenatural corre por su
piel, obligándola a mantenerse en su impotente lugar. Y ella que
esperaba algún hechizo o ritual complicadísimo de explicar, quizás
que le hicieran beber un preparado extravagante de los del profesor
Stein.
Azusa
se separa de Kim para que ambas respiren y Jacqueline bufa con odio
cuando la mira de reojo, con indiferencia, como si fuera una niña
que no acepta un castigo merecido. Puede sentir el hilo invisible que
las une ahora y está celosa.
-¿Tu
compañera no te habló sobre esto? Yo le pedí permiso para empezar.
Kim
se sonroja más vivamente, pasando de ser una rosa rosada a una
frutilla y evitando cruzar miradas con Jacqueline, avergonzada. Al
fin dueña de sí misma, Jacqueline salta de la camilla y aferra a
Kim más fuerte, tirando de sus manos para obligarla a imitarla,
empujando a Azusa en el proceso. Jacqueline no sabe si hay alguien
con quien pueda quejarse de eso, ya que la Academia no es un lugar en
el que puedan firmarse formas denunciando acoso y el Ángel de la
Muerte suele dar vueltas alrededor de los problemas sin resolverlos,
distrayendo a sus comendadores y armas con gestos efusivos.
Como
si su propia dragonada no fuera tal cosa, Azusa vuelve a subirse los
lentes por el puente de la nariz.
-Ahora
que nos hemos sincronizado, podré usar la Clarividencia contigo. Por
supuesto que no en un nivel alto. Para eso deberíamos...
Jacqueline
la señala con el dedo, gritando, ya cayendo por el borde de la
pendiente.
-¡Ni
lo sueñes!
Abre
la puerta de la enfermería y arrastra a Kim decididamente por los
pasillos.
-No
sé por qué te alteras tanto. Hasta nos ha firmado un cheque...
Jacqueline
se da vuelta para enfrentarla solo entonces, con los ojos repletos de
lágrimas rabiosas. Ox y Harvar las miran por encima de los hombros
en la zona de los casilleros.
-¡En
verdad eres peor que un muchacho!
Rompiendo
en llanto, las piernas de Jacqueline tiemblan y Kim la abraza para
evitar que caiga de rodillas.
-¿No
tienen nada mejor que hacer?-le increpa a los alumnos que las
observan. De veras pensó que aquella cantidad de ceros en la suma
prometida por Azusa frenarían cualquier escena. Lamentablemente
también pensó que encontraría la manera de explicarle a Jackie
antes de que sucediera. Nunca terminaba de decidir cuál de las dos
cumplía el rol de hombre o mujer y esa clase de situaciones solo la
confundían más, pese a confirmarle que su elección era la
correcta, más allá de todo drama.
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